Capítulo
4
Cuando llegamos a la casa mi madre nos
manda al comedor donde los demás acaban de empezar a comer y nos
sentamos con ellos. La cena transcurre tranquila y de lo único que
se habla es del nuevo bebé, Simon, que es el único hijo rubio,
todos los demás tienen el pelo oscuro como su padre y los ojos
grises de la Veta, todos menos Gill.
Estoy cansada cuando acabamos la cena,
pero aún así no puedo dormir y al abrir la ventana de mi cuarto y
asomarme veo que Gill esta sentado en el césped de su jardín
mirando al bosque, un bosque muy parecido a del 12, de donde es él,
es el único hijo Hawthorne que a vivido en el 12 y creo que lo hecha
de menos.
--Gill, Gill--digo en un susurro, él
vuelve la cabeza y sonrie.
--¿Tampoco puedes dormir?--dice él
en un susurro lo bastante fuerte para que lo oiga en la segunda
planta
--No--y él me hace un gesto para que
baje.
Al bajar la madera cruje un poco y
hace que Sel se despierte un poco, así que me quedo quieta esperando
a que se duerma de nuevo, cosa que no tarda en pasar. Cruzo el salón
hasta la puerta de salida, cuando esto a punto de abrir la puerta veo
una sombra moverse junto a mi, <<oh no, me han pillado, ¡¿qué
hago ahora!? Tranquila quédate quieta, puede que no te halla visto
nadie>> pienso, me quedo todo lo quieta que puedo, doy un
suspiro al ver que lo que se mueve es una cortina con una pequeña
brisa.
Salgo y voy corriendo a la parte de
atrás del jardín donde Gill me estaba esperando sentado como lo
deje al cerrar la ventana.
--Valla, como has tardado--dice él
sonriente
--Es que la cortina me había
visto--nos reímos en voz baja
nos quedamos allí mirando el bosque
hasta que él empieza a hablar.
--Sabes, me has salvado esta tarde.
--No ha sido para tanto--digo yo
haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia
--Puede, pero me he divertido--dice él
mirándome sonriente, yo aparto la mirada porque me he empezado a
sonrojar
--¿Te acuerdas de la cara de Emnia?
--Si, la verdad es que esa chica es un
poco ciega ¿no te parece?
--¿Ciega, por qué?
--Porque no ha visto que todo era una
actuación--tras decir esto él aparta la mirada sombrío e intenta
perderse con ella en el bosque, me levanto y le miro, después le
digo que si quiere ir al bosque a pasear y a poner algunas trampas,
él asiente y sonríe, creo que eso me hace sentir mejor después de
borrarle la sonrisa a Gill, una sonrisa que conquista a todas las
chicas que la ven, a todas menos a Madge, porque es su hermana, y a
mi porque creo que lo conozco desde pequeño.
Subimos y nos vamos cada uno a nuestra
habitación. A los diez minutos bajo y al salir veo que Gill me
estaba esperando con una cuerda. Seguimos andando hacia el bosque en
silencio, seguimos así un rato hasta que vemos un conejo blanco como
la nieve con manchas negras carbón y decidimos seguirlo.
--Tú ve por allí, yo lo seguiré por
este lado--me dice Gill, yo asiento y voy hacia donde se ha ido el
conejo, cuando oigo un ruido detrás de mi.
--¿Gill, eres tú?--digo algo
sobresaltada--¿Gill?¡Si esto es una broma no tiene gracia!--empiezo
a ponerme nerviosa cuando empiezo a notar una respiración en mi
cuello, parpadeo un par de veces preparándome para ver lo que me
esta echando el aliento en la nuca, trago saliva y empiezo a girarme
y le veo allí plantado a pocos centímetros de mi, su respiración
es tranquila, yo empiezo a calmarme y pongo una mano en su pecho para
apoyarme y relajarme, él me coge la mano con una de sus manos y con
la otra me acaricia la mejilla.
--¿Qué haces?--le digo mirando su
mano sobre la mía--¿Gill, estás aquí o te has ido a tu mundo?--le
digo entre risas
--Mi mundo...mi pequeño y fascinante
mundo--responde él sonriente--en el que estás tú--tras esto se
inclina hacia mí, sus ojos azules se encuentran con los míos, me
mira atento a mi reacción como yo no hago ni digo nada él se
inclina más hasta que sus labios se funden con los míos, supongo
que eso lo ha heredado de su padre, porque según decía mi madre, el
tío Gale besaba muy bien. Calor, mucho calor y a la vez un frío
paralizante recorren mi cuerpo su mano ya no está sobre la mía, no,
ahora está avanzando desde mi cuello a mi cintura, al llegar él
aprieta su mano contra mi cintura y los pocos centímetros que nos
separaban desaparecen. Así estamos hasta que algo, un chasquido, nos
hace mirar en la dirección de la que venía.
--Vamos--le digo soltándome para ir a
ver que a hecho ese sonido, pero él es más rápido y me agarra por
la muñeca y con un suave tirón me devuelve a mi anterior lugar,
junta su frente con la mía y susurra un “no te dejaré ir” que
no comprendo. Parpadeo un par de veces y me pongo de puntillas para
susurrarle “se que no lo permitirás” y al acabar su mirada es
tan desorientada como la mía, entonces pego un jalón de la mano por
la que me sujeta y salgo corriendo hasta ver un árbol muy alto con
ramas gruesas y fuertes. Empiezo a escalar y cuando llego a los tres
metros de altura paro veo que Gill me busca por todas partes y como
se que no me ve bajo hasta estar en una rama lo suficiente baja como
para colgare boca abajo, me siento y me echo hacia atrás justo antes
de que Gill pase y le doy un beso, un beso que él no se esperaba, un
beso único y aún más caliente que el primero.
Nos separamos y me tiro sabiendo que
él me cogería y así lo hace, pero se resbala cuando aún me tiene
entre sus brazos y ambos caemos al suelo, cara a cara, a pocos
centímetros el uno del otro, un beso largo e intenso nos une, nos
separamos por otro crujido.
--Besas muy bien--me dice Gill--no
pares, por favor.
--Está amaneciendo, cinco minutos más
y volvemos a por otros dos más para que no nos pillen ¿vale?
--Vale, pero bésame--tras lo cual nos
besamos hasta que nos falta el aire para respirar y nos levantamos.
Estamos a punto de irnos cuando una rama se parte justo detrás
nuestra, al girarnos no es un conejo como la primara vez, ni tampoco
es Gill como en la segunda vez, no, esta vez es otra persona.